domingo, 14 de octubre de 2018

Modernidad líquida: individualidad


El término modernidad líquida designa a una sociedad inestable y precaria tanto moral como económica  en la que desaparecen unas bases en los que se puede fundar la sociedad y se adapta a una exagerada mutabilidad, es decir el concepto como tal hace referencia a la incertidumbre de la  época moderna  en donde todo es inestable y   se adapta a diferentes contextos, tal  como los líquidos se adaptan a su recipiente y no tienen una forma estable porque está sujeto a la forma de su recipiente, de esa misma manera, en la modernidad las cosas socialmente hablando  no son indispensables y están sujetas a cambios , es decir todo es inestable y puede ser desechado  o reemplazado.

A lo largo del capítulo  dos “Individualidad”, del libro Modernidad Liquida Zygmunt Bauman habla de distintos puntos desde donde se puede ver en lo que se ha convertido la sociedad  y además  hace mención de lo que tenían en común las predicciones de George Orwell y  Ardous Huxley que aunque diferían en su óptica de ver el futuro Bauman opina que ambos  "compartían el presagio de un mundo estrechamente controlado, en el que la libertad individual no sólo estaba hecha añicos , sino que ofendía gravemente a la gente entrenada para obedecer órdenes y seguir rutinas" Bauman estaba muy en lo cierto ya que en la sociedad actual cada vez más las personas están  sujeta a estereotipos que tal como Zygmunt en concordancia Orwell y Huxley expresaba y predecía, la individualidad  se está haciendo añicos , en referencia al tema Bauman también añadía que lo que veremos es "un mundo en el que una pequeña élite tenía en sus manos todos los hitos de modo que el resto de la humanidad eran meros títeres" esto no está para nada alejado de la realidad  ya que esta elite en esencia es la que define los gustos populares siendo los demás meros títeres de lo que ellos establezcan .Las personas están sujetas a lo que los productores en masa definan , y justo por esto se da lo que Bauman opina en la modernidad liquida "el consumo es desmedido y la individualidad se encuentra a través de las marcas" En esta sociedad las personas eligen marcas para que sean su sello personal y va más allá porque tal como el autor expresa "no compramos solo por la utilidad de los productos y servicios" esta opinión que es muy acertada ya que la gente busca una identidad a través de las marcas , no solo buscan un servicio, sino que buscan una marca que los represente.

La modernidad líquida, basada en la transformación y el cambio incesante de todas las cosas que se conocen, hacen que no haya un punto donde pararse establemente. Por el contrario, todo el tiempo se vive para alcanzar las distintas ideas, productos, etcétera, que el mundo ofrece constantemente.
Para el autor en la modernidad líquida viviríamos en “un mundo dividido en manipuladores y manipulados, planificadores y cumplidores de planes -los primeros ocultaban los planes y los segundos ni siquiera sentían  deseos de espiarlos para comprender su sentido—, un mundo en el que cualquier otra alternativa resultaba inimaginable”.(Bauman, 2003) y todo esto es gracias a que esa busca de individualidad a través de las marcas ha provocado  que la compulsión se convirtiera en adicción y esta compulsión está dada justo por la razón que explica Zygmunt “la adicción destruye la posibilidad de estar satisfechos alguna vez” .Para Bauman “la desdicha de los consumidores  deriva del exceso de opciones infinitas posibilidades, pero cuando se alcanza hay más objetivos, indeterminadas metas pierden vigencia se adapta la identidad para opción”.

Biografía de Giovanni Sartori



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Giovanni Sartori. Filósofo italiano, prestigioso pensador especializado en el análisis de la política comparada. Profesor emérito en la Universidad de Columbia de Nueva York y en la Universidad de Florencia, ha enseñado también en las universidades de Harvard, Yale y Stanford, y ha sido investido con nueve doctorados honoris causa. En 2005 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Miembro de la Accademia Nazionale dei Lincei, y articulista del Corriere della Sera, autor de numerosos libros, traducidos en más de treinta países y uno de los fundadores de la primera Universidad de Ciencias Políticas en Italia.

Sartori nació en Florencia el 13 de marzo de 1924 y ha impartido clases de Filosofía Moderna, Lógica y Doctrina del Estado en las universidades estadounidenses de Stanford, Yale, Harvard, así como en el Instituto Universitario Europeo (Florencia). Es profesor emèrito de la Universidad de Florencia, centro actual de la ciencia política italiana y uno de los referentes de la ciencia política mundial, y ocupa la cátedra Albert Schweitzer en Humanidades en la Universidad de Columbia (Nueva York).

En 1971 fundó la Revista Italiana de Ciencia Política, que actualmente dirige en compañía de Mauricio Ferrera. Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas, entre sus obras destacan 'Ingeniería constitucional comparada' (1994), '¿Què es la democracia?' (1997) y 'Homo Videns: la sociedad teledirigida' (1998), donde reflexiona sobre el peligro individual y social de la televisión. En 2001 publicó 'La sociedad multiètnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros'.

Miembro de la Academia Nazionale dei Lincei, desde 1988, es vicepresidente de la Societá Libera, destinada al estudio y promoción de los ideales liberales en la sociedad. Además, es doctor honoris causa por las universidades de Génova (Italia), Georgetown (Washington), de Guadalajara (México), de Buenos Aires, (Argentina), Complutense (Madrid) y Bucarest (Rumania). Colabora habitualmente como editorialista en el Corriere della Sera, donde uno de sus artículos publicados en este diario, La televisión, un monopolio y dos sombreros, le hizo merecedor en 2004 del premio de periodismo Manuel Ibáñez Escofet, que otorga la Fundación Catalunya Oberta.

Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales

Giovanni Sartori ha sido galardonado por su contribución al debate contemporáneo de la ciencia política con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2005 por un jurado que presidió el jefe del Ejecutivo gallego, Manuel Fraga.
Al Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, tercero en fallarse en el XXV aniversario de los galardones, concurrieron un total de 31 candidaturas. Sartori se impuso en las últimas votaciones del jurado al filósofo alemán Rüdiger Safranski. Su obra se ha convertido en un elemento clave en la ciencia política de las dos últimas décadas.

Video acerca de la Modernidad Liquida





La modernidad líquida es un libro escrito por Zygmunt Bauman que explica lo inestable y transitorio que es el mundo moderno

Historia, progreso y la invención de la modernidad.

El siglo XIX unió por primera vez la historia con la ciencia. Hasta ese momento, los historiadores narraron e hicieron crónicas de acontecimientos históricos, pero no moldearon sus métodos y objetivos en un marco científico. La historia explicativa –la búsqueda de leyes de desarrollo histórico- nació en el siglo XIX. Entrados ya en el siglo XXI, lo que escribimos y enseñamos los historiadores refleja todavía el poder de esa visión de la historia científica. [1]

Ese gran salto adelante para lograr un conocimiento científico de la historia se produjo en la mayoría de los países del continente europeo y, con algunos matices, en Gran Bretaña. La historia, a mediados del siglo XIX, se convirtió en una profesión, comenzó a adquirir su forma moderna de investigación disciplinada y organizada acerca del pasado.

La modernización de la historia en el siglo XIX descansó sobre una concepción del tiempo que derivaba de los planteamientos científicos de Isaac Newton (1642-1727). El tiempo llegó a ser real y secuencial, y los historiadores se presentaron como aquellos que podían medir, a través del progreso, la evolución hacia el tiempo moderno (occidental). Esa historia científica, acompañada de la idea de modernidad, comenzó a desafiar al absolutismo del trono y del altar y a todas esas historias concebidas para mostrar la mano de Dios sobre santos y gobernantes. La idea moderna del tiempo histórico fue lineal frente a la visión cíclica, secular frente a la religiosa, universal más que particular de cualquier época, nación o fe.[2]

Esas nuevas características del tiempo no aparecieron de repente y muchos historiadores continuaron adhiriéndose a uno o más elementos de los esquemas previos del tiempo. Pero, en las últimas décadas del siglo XIX, la mayoría de los grupos cultos de Europa occidental poseían un sentido del tiempo universal adaptado a la nueva era del imperialismo. Ese sentido del tiempo le dio a occidente una misión civilizadora basada en la modernización, en la idea de que todo el mundo acabaría como sus países más representativos.

La modernidad prometía una ruptura decisiva con el pasado y un salto hacia el futuro. Progreso y modernidad caminaban de esa forma asidos de la mano. La creencia en la modernidad significaba que el conocimiento acumulado, bien aplicado y difundido, sólo podía llevar a mejores condiciones de vida. Los humanos no estaban condenados a repetir sus errores pasados, sino que podían crear, por el contrario, un mejor futuro a través del análisis de la experiencia humana. En la modernidad las mejoras podían ser imaginadas en este mundo, no en un distante paraíso.
Historia, progreso y la invención de la modernidad.

'Extraños llamando a la puerta', el último libro de Zygmunt Bauman

Los noticiarios televisivos, los periódicos, los discursos políticos y los tuits, que sirven de puntos focales y válvulas de escape para las ansiedades y los temores de la población, rebosan referencias a la “crisis migratoria” que aparentemente inunda Europa y presagian el desmoronamiento y la desaparición del modo de vida que conocemos.
Esa crisis es una especie de nombre en clave políticamente correcto con el que designar la fase actual de la eterna batalla que los creadores de opinión libran en pos de la conquista de las mentes y los sentimientos humanos. El impacto de la conexión informativa en directo con ese particular campo de batalla causa algo muy parecido a un verdadero “pánico moral” (“un temor extendido entre un gran número de personas que tienen la sensación de que un mal amenaza el bienestar de la sociedad”).
En el momento en que escribo esto, otra tragedia aguarda para golpearnos. Son crecientes las señales de que la opinión pública, confabulada con unos medios ansiosos de audiencia, se está acercando, sin prisa pero sin pausa, al punto de “cansarse de la tragedia de los refugiados”. (...) Por desgracia, el destino de las grandes conmociones es terminar convertidas en la monótona rutina de la normalidad, y el de los pánicos morales es consumirse y desvanecerse de nuestra vista y de las conciencias. (…)
Hay dos tipos de factores que originan los actuales movimientos masivos de personas en los puntos de partida de estas, pero también son de dos clases las repercusiones de esos movimientos en los puntos de llegada. En las zonas “desarrolladas” en las que tanto migrantes económicos como refugiados buscan acogida, el sector empresarial ve con buenos ojos e incluso codicia la afluencia de mano de obra barata, cuyas cualificaciones ansían rentabilizar (...) Sin embargo, para el grueso de la población, acuciada por una elevada precariedad existencial y por la endeblez de su posición social y de sus perspectivas, esa afluencia no significa otra cosa que enfrentarse a más competencia en el mercado laboral, a una mayor incertidumbre y a unas decrecientes probabilidades de mejora.

La confianza, motor de la economía


El diccionario define confianza como “esperanza firme, ánimo para obrar”. La existencia o no de confianza es determinante de comportamiento humano o, visto desde otro Angulo, el grado de confianza determina cuales condiciones deberían darse para que cierto comportamientos se produzcan. Esta cuestión es clave para entender el funcionamiento de una economía no planificada, en la que predomina la liberta de opción.

Por ejemplo, si hay confianza en el sistema bancario porque no se duda de su solvencia ni se teme una intervención confiscatoria del estado, las personas y empresas estarán más dispuestas a depositar sus ahorros en los bancos, y lo harán a tasas menores que las que exigirían de otro modo. De esta forma los bancos dispondrán de más fondos para prestar y podrían solicitar un menor interés. Los empresarios dispondrán así de crédito más abundante y barato. A su vez, en ese clima de mayo confianza, los hombres de empresa se verá más alentados a invertir, con la seguridad de que contaran con los recurso para devolver luego esos préstamos. La economía se reactivara y se creara mayor capacidad de producción y crecimiento. Habrá más empleo, lo que disipara temores, alimentándose así el círculo virtuoso del progreso.
la confianza, motor de la economia

Mentalidad de consumidor vs. productor

Pensar que el productor no consume no es la intención de este escrito. Entender las consecuencias de pensar como uno u otro sí.

¿Producir o consumir? Una pregunta que muchos se hacen solo cuando ya es tarde. Los que son productores no se preguntan al inicio de su carrera si harían otra cosa. De la misma forma los jóvenes que construyen dogmas de consumidores no usan tiempo para tomar la decisión.

No quiero que confundamos empleado con consumidor, ni productor con emprendedor. Vamos a la intención real de este artículo: A lo que me refiero es al que pone a producir una parte de lo que recibe Vs. El que todo lo usa en consumir.

Después de unos años, quizá décadas, muchos piensan en cambiar su forma de vivir. Casi nunca los productores, sino los consumidores.

Recibir dinero de un empleo, una actividad como independiente o un negocio es lo normal y no hay gran diferencia para construir un patrimonio. El dinero bien trabajado llega y no por casualidad ni suerte, sino por la ardua labor realizada. ¿Qué hacemos con él?

El empleado. En la gran mayoría de los casos tiene la mentalidad de que no es suficiente el ingreso. No importa cuánto sea, el que lo gasta todo y el que toma prestado para realizar consumos nunca le resultará suficiente (tener gastos no prioritarios y luego no tener para los básicos es gastar en lujos). Un aumento se convierte en más adquisiciones y hasta en mayores préstamos. ¿Puede el asalariado ser productor? Sí, siempre que una parte del ingreso la convierta en ahorro. Utilizará el mismo para invertir... ya está produciendo.

El independiente. Produce de manera irregular; en frecuencia y monto. Tener dinero en la cuenta da holgura para adquirir; no tenerlo conlleva a restringirse o endeudarse. No es tan fácil moverse en aguas turbulentas o arena movediza. Como independientes necesitamos tener planes y disciplina si queremos producir y no solo consumir. Siempre recomiendo tener dos cuentas de manejo y por lo menos una de ahorro. En una cuenta entra lo que se cobra a los clientes. A la otra nos hacemos un pago fijo: mensual, quincenal o semanal. Como si fuera un salario. Sí, da la sensación de poca libertad, lo sé, pero ser independiente no significa que sea libre financieramente. No importa cuánto haya en la cuenta de ingresos, debemos gastar por el plan y contando con lo que tenemos en la cuenta del salario. También le pondremos una asignación periódica a la tercera cuenta, la podemos llamar “capital, ahorros, inversión, reserva o como desee”. En ella reuniremos el dinero que cada dos o tres meses convertimos en inversión... ya somos productores.

El negociante y el emprendedor. Producimos dinero con nuestro negocio o emprendimiento. Podemos poner una parte a producir más invirtiéndolo en el negocio, o colocándolo a un lado para cuando necesitemos inyectarle capital al negocio; lo convertimos en un bello círculo vicioso. Una vez esté todo funcionando bien y con regularidad, debemos crear capital que invertiremos. “No tener solo huevos en las canastas” es mi dogma.
mentalidad de consumidor vs productor

Modernidad líquida: individualidad

El término modernidad líquida designa a una sociedad inestable y precaria tanto moral como económica   en la que desaparecen unas bases en...